Natalia Dicenta: "No se puede interpretar ni imitar a Judy Garland"
El nombre de Frances Ethel Gumm no dirá nada a mucha gente. Pero su vida se convirtió en un gran éxito en el 'West End' la pasada temporada. Si ahora explicamos que Frances fue una gran estrella de la MGM, protagonizó más de 60 películas, grabó himnos imperecederos y se hizo llamar Judy Garland, la cosa cambia. Pero 'Al final del arco iris' trata más de captar la esencia de la mujer que de retratar el mito. Natalia Dicenta (Madrid, 1962) es la osada que se mete en la piel de la diva en el que supone uno de los mayores retos de su carrera, tanto por el complicado personaje como por ser su primer musical. Ya era hora.
Durante años ha actuado como vocalista de jazz, ¿cómo es posible que nunca hubiera hecho un musical?
Llevo 11 años cantando y es la primera vez que me dan la posibilidad de aunar mis dos talentos. Estoy muy contenta. Es un musical especial, de pequeño formato, con cuatro músicos en escena. Realmente, veo la pieza como un concierto en el que a veces se habla.
¿Vio el montaje en Londres?
No, no quise porque esas cosas te influyen mucho y yo tengo muy buena memoria. Preferí documentarme sobre la mujer real, leí todo lo que pude de ella. En concreto, encontré un libro escrito por su último marido, Mickey Deans, en el que hablaba del tiempo que pasó junto a ella y que me fue muy útil, porque daba muchos pequeños detalles de la mujer, de la madre, de la persona en la intimidad... También vi casi todas sus películas, en ellas se ven perfectamente retazos de su vida. Por ejemplo, su vulnerabilidad, era una mujer con el alma al aire.
Muchos la consideran un juguete roto, ¿es su visión?
Es que la explotaron desde los tres años. Su queridísima mamá le daba las píldoras que le decían en la MGM para que trabajara más y no se desarrollara. Todos los hombres que la rodearon la explotaron hasta que reventó a los 48 años. Tenían una gallina de los huevos oro y la mataron.
¿Le ha costado meterse en su piel?
La verdad es que, al principio, comenté con mis amigas que iba a ser duro meterme en un proyecto así sin implicarme. Pero Judy ha sido como una bendición, me ha dado luz. Siempre que canto, me la imagino delante sonriéndome para que dé ese paso en su nombre. Quiero ser como una correa de transmisión, que a través de mí llegue al público. Algo así como una médium.
¿No teme las comparaciones?
Es que a Judy no se la puede imitar ni interpretar, hay que transitar por su emoción para dársela al público. Quiero que la gente salga más ligera, que goce, que es una palabra muy importante y olvidada.
La obra se centra en los últimos días de la actriz...
Sí, un año antes de morir estuvo cinco semanas en Londres dando recitales con su último marido y acompañada de un pianista aristócrata y homosexual. Vamos a poder ver cómo era su vida en el Ritz y su magia en escena. Y descubrir a la mujer, a la auténtica gamberra que era Judy. El público va a reír mucho y cuando menos se lo espere se emocionará y soltará una lágrima.
El pianista está interpretado por Miguel Rellán, que descubre sus dotes de músico...
¡Sí! Es maravilloso. Yo no sabía que tocaba el piano y es magnífico. Es una suerte contar con él. Además, como es tan alto me hace parecer a mí más chiquitita, como era Judy.
¿Cuál es su canción favorita de Garland?
Podría decir las típicas, como 'Over the Rainbow, Get Happy' o 'The Man that Got Away', todas suenan en el espectáculo... pero me quedo con la que abre: 'For Once in My Life', una versión de un tema de Stevie Wonder, que añadió, al final, a su repertorio. La he grabado en mi primer disco de jazz y me hace mucha ilusión cantarla en la obra.
Link: El Mundo
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